La rosa ha sido usada desde hace cientos de años como fuente productora de perfumes. Se le han atribuido toda clase de propiedades, incluso medicinales.
El “agua de rosas” era una loción que se utilizaba contra el desmayo, el temblor y las convulsiones porque levantaba el espíritu y el corazón.
La esencia de agua de rosas tiene una alta concentración en vitamina C, consigue unificar el tono de la piel y ayuda a combatir las manchas. Contiene vitamina B y E, y es un tónico natural que elimina las impurezas y deja la piel suave e hidratada. Ayuda aprevenir los signos del envejecimiento
Los pétalos de rosas hervidos en vino blanco eran utilizados para curar heridas de armas de fuego. Pero, sin ninguna duda, lo que más se valorizaba de la rosa era su perfume, para atenuar los malos olores especialmente en aquellos espacios que albergaban mucha gente, como las iglesias y los palacios.
En tiempo de las Cruzadas, los musulmanes echaban miles de litros de agua de rosas en las mezquitas que recuperaban. No se sabe con certeza quiénes fueron los primeros en destilar esta agua tan preciada, sin embargo se le atribuye a los árabes. El proceso ya se conocía en España alrededor de novecientos años después de Cristo. Y hoy sigue siendo un aroma muy buscado por perfumistas, cultivadores y todo aquel que habita un jardín de flores.